Los alebrijes son figuras fantásticas y coloridas originarias de México, especialmente de la región de Oaxaca. Su creación se atribuye al escultor y artesano Pedro Linares López, quien los inventó en la década de 1930. Según la leyenda, Pedro enfermó gravemente y durante su enfermedad tuvo sueños vívidos en los que veía animales extraños y fantásticos que le hablaban en un idioma desconocido. Después de recuperarse, recreó estas visiones en forma de esculturas talladas en madera y pintadas a mano, dando origen a los alebrijes.
La conexión espiritual de los alebrijes radica en su origen en el mundo de los sueños y la imaginación. Se cree que representan espíritus guardianes que protegen a quienes los poseen, así como símbolos de sabiduría y guía espiritual. Al crear un alebrije, se invoca esta energía espiritual y se establece una relación íntima entre el artesano y la criatura que está dando vida.
La relación de los alebrijes con la naturaleza es profunda y simbólica. Muchas de las formas y características de los alebrijes están inspiradas en animales reales y elementos naturales, como plantas, flores y paisajes. Esto refleja la creencia en la interconexión de todas las formas de vida y en la importancia de respetar y honrar el mundo natural.
En cuanto al decorado, los alebrijes se caracterizan por su colorido y su elaborada ornamentación. Cada figura está pintada a mano con vibrantes colores y patrones intrincados que reflejan la creatividad y la imaginación del artesano. Además, los alebrijes a menudo se decoran con elementos simbólicos y espirituales, como ojos que representan la visión interior y diseños geométricos que simbolizan la armonía y el equilibrio.